
«Aparté la cortinilla verde de la puerta mientras rebuscaba la llave en los bolsillos del pantalón tejano, bajé el peldaño y abrí. Respiré hondo, todo seguía igual; el bastón del abuelo, como siempre, me dio la bienvenida desde la esquina del recibidor. Sonreí.«
Olga Prado – Lo que la tierra esconde